Paradójicamente es la vejez la que ofrece una oportunidad

Por Marcela Bustamante, Representante Regional HelpAge International
La autora es Postgraduate Diploma in Alternative Dispute Resolution, Catholic University of Peru (2010); Master of Arts, Inter-Disciplinary Latin American Studies, Free University of Berlin (2005-2008); Master of Law. External University of Colombia (1995 -2001).
 
 
Buenos Aires es una ciudad donde concurren diferentes miradas, narrativas, discursos, propuestas, muchas disruptivas que buscan replantear lo que hemos asumido como normativo; otras, descubriendo en las márgenes, lo que hemos desechado o ignorado, para incorporarlo en la vida. La escuela de Envejecer es una obra combativa, que busca resignificar la vejez, rescatando el deseo que aparece en los años otoñales, inspirador de lides olvidadas, y que se asoma para poder resistir. La escuela de Envejecer es la obra de Ana Gallardo, artista argentina, la cual estuvo expuesta en uno de los lugares más emblemático para las nuevas narrativas, como es el Parque de la Memoria (https://parquedelamemoria.org.ar/escuela-de- envejecer/). Después de haber visitado la exposición, busque a la artista, y esto fue lo que nos compartió.
 
El comienzo de envejecer
 
Frente a su propio proceso de envejecimiento, Ana buscaba referentes, desde uno de los lugares al que pertenece, el arte, pero el panorama era desolador. La vejez estaba invisibilizada, y las mujeres viejas, mucho más. No aparecían en la política, en el mundo del arte, en el mundo del teatro, del cine, de la televisión, no aparecían en el trabajo. Frente a la desaparición de la mujer en el arte, y la necesidad que tuvo Ana de acompañar y comprender su propio proceso de envejecer, creó desde su propia propuesta artística los referentes que necesitaba.
 
Envejecer es violento y doloroso: La primera denuncia
 
Envejecer es violento porque, afirma la artista, uno se queda fuera de todo. Primero no se está preparado para entender lo que se viene. El día que te toca se te vino todo encima. Segundo, la sociedad no te reconoce, no te mira, te aísla. Tercero, el cuerpo mismo va tomando una consistencia la cual uno no quiere ni decide. El cuerpo ya no responde a lo que uno quisiera ser, como ser madre. Es feroz y doloroso cuando el cuerpo ya no sostiene tu proyecto Es violento que después de una vida de trabajo, de un trabajo invisible muchas veces, como lo es el doméstico, el del cuidado y crianza, sin remuneración, y que muchas alternan con el trabajo externo, cuando llegan a los 50 o 60 años, muchas sin jubilación, y de golpe, son desechadas por el sistema capitalista, cuando ya no le sirves, las descarta. Después de darle el cuerpo a un sistema, a unos trabajos agobiantes, al hogar, a los hijos, a los nietos, el sistema te manda a descansar.
 
 
Erotismo: Lugar de la resistencia
 
Ana, a través de su trabajo introspectivo, explora qué hacer con eso en lo que nos convertimos cuando empezamos a ser mujeres invisibles e inútiles al sistema capitalista, qué tomar de eso y cómo revertirlo en nuestra vida. ¿Qué hacer con este tiempo tan largo? y ¿cómo seguir
interactuando en una sociedad que no quiere vernos? ¿cómo nos colamos en ella? En esta reflexión, la artista re-descubre el deseo erótico. El erotismo es lo que re-aparece, y hace que uno logra meterse en algo y hacerlo, y puede estar puesto en millones de lugares, más allá del plano de la sexualidad.
Entonces, en este tiempo muerto aparece un tiempo vivo; y es un lugar de resistencia. La artista lo describe como un lugar clandestino, de resistencia, como oculto, que nadie ve, porque como nadie nos ve, y de golpe, aparecemos como generaciones de mujeres empoderadas.
Lo que sucede es que, generalmente, esas personas llegan a un lugar porque se sienten solas, están deprimidas, aparece ese tiempo vivo, en la desesperación a buscar de algo que les haga bien, que lo saque de esa situación de tristeza y de golpe se encuentran con “eso”, lo que aparece, para resistir, y que generalmente está vinculado a aquello que les hubiera encantado ser cuando eran jóvenes pero que ni lo pudieron tocar.
 
Ahora bien, lo que la artista busca con su trabajo es poner en palabras algo que esas personas mayores nunca pensaron. Es ofrecer un espacio para nombrar aquello que no se había podido nombrar, que el sistema ha silenciado, y es lo que les hubiera gustado ser. Y desde ahí, con solo nombrar “eso”, aparece una posibilidad y oportunidad de resistir. Se abre el deseo a través de jugar ese papel silenciado que pudo ser: bailarina, cantante, zapatera…
Si bien es un instante trasformador, el reto es darle continuidad y acompañamiento desde otras disciplinas.
 
 
La Escuela: el momento del cambio
 
Se empieza a vislumbrar un cambio con la(s) vejez(es) y un cambio que, realmente, cree la artista, ha sido producido por las mujeres, no por los hombres, o por las disidencias: mujeres trans, mujeres lesbianas. La que transgrede es una mujer que pertenece a otro mundo, que su lugar es marginal y, desde allí, desde los bordes. Ana corre el telón, para simplemente poner en la escena algo que no se ve y que está discriminado, que está menospreciado, que está maltratado, que estaba violentado. Busca rescatar espacios de afecto para envejecer, o transformar las vejeces en otro tipo de mundo, menos doloroso, menos violento y para que realmente se puede aprovechar lo que tenemos los viejos, exclama la artista. Piensa que el tocar el deseo y ser valiente y hacer lo que se quería, es una enseñanza y uno aprende. Uno va tomando la textura con ese hacer, que puede ser re-útil en una sociedad más joven.
 
 
El Derecho a la revancha
 
Ana entiende que lo que quiere que se lleven las personas después de visitar su obra, es una herramienta combativa. Su trabajo dice: “Hace lo que quieras” “Date permiso”, “anda a tu casa y ponete el vestido que quieras “El derecho a morir como se quiera”. Finaliza la entrevista con una invitación al combate: “luchemos para hacer lo que debemos hacer como queremos, es un derecho, tomemos el derecho que tenemos de hacer las cosas como quisiéramos o como hubiéramos querido. Vamos incluso por la revancha, es un derecho que tenemos, hay que tomarlo”.