Revolución demográfica y revolución tecnológica: una posibilidad para las personas mayores.

Por la Lic. Virginia A.M. Chivetti. Directora Ejecutiva Fundación SIDOM – Especialista en Educación.
 
 
Experimentamos  la tensión entre dos revoluciones del siglo XXI. Por un lado nos encontramos frente al desafío de la longevidad,  teniendo en consideración el cambio demográfico y su incidencia en la necesidad de una reconversión educativa. Y, por el otro, con  la revolución de  las nuevas tecnologías de la información y de la comunicación, que proponemos sea el vehículo a incorporar en una especie de convivencia productiva entre ambas y no como enfrentamiento antagónico generacional frente a dos revoluciones: la del envejecimiento poblacional y la tecnológica.
 
De esta manera, debemos tomar a esta última  como posibilitadora del proceso de reincorporación profesional, otorgándoles significado a los procesos tecnológicos que podrán vivir nuestros mayores para lograr una reinserción en el campo profesional, o bien como ocio y disfrute.
 
Para entender la revolución demográfica, sólo es suficiente adentrarnos en los datos de Naciones Unidas en lo referente a la conformación de la población mundial.
 
Por ejemplo, en el quinquenio 1950-1955 la tasa global de fecundidad se situaba, en cómputo mundial, en 5 hijos por mujer. Para el quinquenio 2000-2005 esta variable se redujo hasta los 2,7 hijos por mujer, y se prevé que siga disminuyendo hasta los 2,1 hijos por mujer en el período 2045-2050.
 
En cuanto a la esperanza de vida al nacer, mantiene una evolución de carácter ascendente que la ha llevado desde 46,5 años en el lustro 1950-1955 hasta 66 años en el período 2000-2005; para el quinquenio 2045-2050 la esperanza de vida al nacer calculada para el conjunto de la población mundial puede situarse en 76 años.
 
El proceso de envejecimiento poblacional que el mundo está experimentando no tiene precedentes en la historia de la humanidad. Los incrementos en los porcentajes de personas de 65 o más años van acompañados de descensos en los porcentajes de jóvenes menores de 15 años. 
 
Para 2050, por primera vez en la historia, las personas de edad en el mundo superarán en número a los jóvenes. Esta inversión histórica en los porcentajes relativos de jóvenes y las personas de edad ya se está produciendo en las regiones más desarrolladas. 
 
Por otro lado, al hablar de revolución tecnológica se hace referencia a la posibilidad de comprensión por parte del sujeto de los sistemas tecnológicos denominados abiertos, los que permiten al “usuario inteligente” negociar con la tecnología, al comprender las herramientas que utiliza y además conocer la lógica de su pensamiento.
 
Este nuevo paradigma didáctico nos posibilitará pensar la técnica, lo cual implica conocer los productos de la tecnología. Por consiguiente, a través de esta revolución tecnológica será pertinente hablar del “abordaje de su propia reinserción profesional”. Debemos lograr sujetos alfabetizados tecnológicamente que se planteen interrogantes, pero principalmente que sean capaces de construir sus propias respuestas. 
 
Si bien es cierta  la  importancia de enriquecer  el aprendizaje acumulado a lo largo de su trayectoria, de manera tal de no perder la esencia de la formación básica adquirida por las personas mayores, debemos ser conscientes de que no es suficiente con que el individuo acumule conocimientos en una etapa determinada de su existencia, a la que puede acudir cuando lo requiera,  sino que deberá estar en condiciones de actualizar, enriquecer y adaptarse a nuevos escenarios. La educación a lo largo de la vida será un punto de partida insoslayable para su concreción.
 
Profundizando en estos aspectos, según el informe de Delors, la educación a lo largo de la vida se basa, entre otros, en cuatro pilares que propician la concreción de la misma:
 
  • Aprender a conocer.
  • Aprender a hacer.
  • Aprender a vivir juntos.
  • Aprender a ser.
 
Estos pilares permiten:
 
  • Adquirir los instrumentos de la comprensión.
  • Influir en el propio entorno.
  • Participar.
  • Vivenciar los anteriores logrando un espíritu crítico.
 
En consecuencia, debemos pensar tanto en la educación para los adultos como así también en la educación permanente, como procesos continuos y vinculantes. 
 
Educación para adultos
 
De acuerdo a los nuevos escenarios sociales podemos inferir que la actividad productiva se extiende por sobre las barreras sociales establecidas, entendiendo por tal que la participación de las personas mayores en un escenario productivo no tiene en la actualidad un impedimento cognitivo, ya que pueden, a través de una didáctica atractiva y adecuada,  actualizar sus conocimientos, con el agregado de poseer mayores certidumbres y autoconfianza por todo lo vivido y los conocimientos previos adquiridos.
 
Es clave pensar a la educación del adulto como un aporte enriquecedor a la sociedad del aprendizaje. No debemos vincular el paso del tiempo, necesariamente, con la pérdida de interés sino, por el contrario, con la adquisición de destrezas diferentes. En términos de Dowd (1994), “una vida autónoma, confiada, autodirigida, puede aplicarse a todas las edades a través de la actividad mental que genera y auspicia la educación”. 
 
Si partimos desde una visión optimista de lo que el sujeto aprendió y está dispuesto a reconvertir, deberemos trabajar en una tríada compuesta por la motivación de la persona mayor, el tiempo dedicado a la actualización y el material involucrado en una propuesta de formación.
En cuanto a la motivación, la misma se convierte en primordial para una propuesta exitosa. Es energizadora. Sólo si se parte de la necesidad intrínseca del sujeto,  él mismo concretará sus objetivos.
 
Por otro lado, debemos hacer hincapié en el tiempo. Mientras que el joven percibe el tiempo como un largo futuro, la persona mayor lo relaciona con su cotidianeidad.
 
Como tercer vértice de esta triada, encontramos la propuesta formativa de la cual podrá apropiarse, volver al punto de partida y acrecentar el conocimiento, apropiarse de él.
 
Educación permanente
 
“Nadie puede pensar que la educación permanente ha de ser equivalente a una escolarización permanente” (Sarramona 1981:153).
Debemos separar el fenómeno de la escolaridad del de educación, las circunstancias de hoy nos obligan a plantearnos desarrollos educativos diferentes,  ya que el perfeccionamiento profesional, o el “reciclaje” que impone el escenario demográfico vigente nos requiere de una respuesta innovadora en dicha formación.
 
La educación permanente se enmarca en una nueva frontera de la educación, la cual caracteriza a la educación actual.
 
Para entender el fenómeno de la educación permanente separada de la escolarización, nos ayudará atravesarla por diferentes perspectivas o miradas, complementarias entre sí:

 

  • Desde lo sociopolítico: si bien diferentes estudios analizan esta mirada desde la posibilidad del acceso de capas excluidas, nosotros debemos hacerlo considerándolo no como un fenómeno de exclusión, sino como un fenómeno demográfico distinto.
  • Desde lo económico: es necesario preguntarnos cómo va a influir esta masa etaria, que en décadas anteriores llegaba a la cúspide de la pirámide sostenida por las bases de la misma y, según las proyecciones estadísticas, cambiará en un lapso breve. El contexto implica replantearnos el modelo de autogestión profesional.
  • Desde lo pedagógico: pensar en un sistema de orientación propia, que retome lo aprendido a lo largo de la vida y pueda reconvertirlo dando respuesta a nuevas demandas sociales.
  • Desde lo tecnológico: los recursos tecnológicos nos posibilitarán una genuina y dinámica interrelación con  el sistema.
 
En consecuencia, las personas mayores necesitan otras instancias que les faciliten oportunidades reales y eficaces de actualización, que les reorganicen lo aprendido y que transformen su campo de experiencia a partir de ellas mismas.
 
Una ventaja a destacar en la formación de las personas mayores es que la desarrollan voluntariamente y se apoyan en un amplio bagaje de experiencias. Pero no debemos olvidar algunos principios del aprendizaje por parte del adulto desarrollados años atrás  por González y Gisbert (1990:32):
 
  • El aprendizaje adulto es una actividad interna.
  • Se rige por motivaciones intrínsecas.
  • Es más rico cuando más se fomenta la transferencia y la interdisciplinariedad.
  • Es tanto más efectivo cuanto más claro tenga el individuo cuál es el objetivo perseguido y cuál es el lugar en el que se encuentra en la actualidad.
  • El clima afectivo del grupo condiciona en gran manera el aprendizaje.
  • Se han de evitar, por todos los medios, enfrentamientos personales.
  • El aprender se ha de considerar más como la integración de niveles para optimizar la personalidad que como hecho de integrar conocimientos.
 
En recuerdo a mi madre Bruna Aste (1923-1979).
 

Enseñarás a volar, pero no volarán tu vuelo, enseñarás a soñar pero no soñarán tu sueño, enseñarás a vivir, pero no vivirán tu vida. Sin embargo, en cada vida, en cada vuelo, en cada sueño, perdurará siempre la huella del camino enseñado. 

Teresa de Calcula.